lunes, 11 de julio de 2016

Una vez encontré un pajarito...

Iba pasando por ahí, paseando a mis perros cuando de pronto me cayó algo en la cabeza, al principio, pensé que era una rama de árbol (había llovido muy, muy fuerte) pero luego noté que Bonifacia (mi perra) estaba olfateando y de pronto, vi a la rama correr!

No era una rama, era un mini mini pajarito y cayó del árbol!

Le eché mi chal encima y lo traje a casa.

Lucía mi hija, tiene una jaulita de decoración y decidimos acondicionarla, le pusimos servitoallas y un peluche de cocodrilo miniatura para que lo abrazara (pensé que tal vez extrañaría a sus hermanos).

Le escribí a Sonia mi amiga que es bióloga y dijo; "No se si lo logres, yo he rescatado varios, pero si la mamá lo tiró del nido, en general, no se va a lograr, aunque, también muchos sobreviven".

Decidí hacer mi mejor esfuerzo y dejarle a Dios el dictamen final.

La primera noche iba a ser determinante así que dejé el mantra Guru Ram Das y después de darle de cenar (pan integral revuelto con huevo) emulando a su mamá (con un palillo de dientes) le dejé una lámpara cerca a manera de calefacción.

La primer sorpresa me la llevé cuando a las 6:00 am del día siguiente el pajarito ya cantaba demandando atención.

Le dimos de comer e hicimos ensayos de vuelo atravesando mi sala.

Hubieran visto que feo aterrizaba!
Era obvio que aún no era tiempo y que debíamos seguir esforzándonos.

Lucía estuvo atenta del pajarito y le dió de comer cada vez que comenzaba con esos cantos más bien parecidos a un chillido que inundaron la casa.
Pajarito sobrevivió su segunda noche y después de desayunar tomé la iniciativa de darle un buen baño con agua y jabón. Comenzó a comer cada vez mejor y ahora abría la boca grande, grandísima para recibir mayor cantidad de alimento.
Su canto se tornó de agudo y convulsivo a refinado y gorgorante, sonido que atrajo a muchos pájaros a la terraza, entre ellos, su madre!

Pollito (así lo nombramos) comenzó a querer estar en la ventana y al ver que su madre estaba ahí suplicó (con una mirada bastante expresiva) que lo dejara salir; las pruebas de vuelo habían sido mejores y entonces lo saqué.

Su madre le trajo alimento y se lo dió directamente el la boca, lo acicaló y después de unas horas lo animó a abrir sus alas e irse volando con ella.

A nosotros, en casa, esta experiencia nos dejó con el corazón caliente y el ánimo en alto.

Que bonito ayudar a otros, sea cual sea su forma física.

Sat Nam.
M.





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