jueves, 7 de julio de 2016

ME DUELE...

Vamos por la vida pensando que no debe de doler.
Vamos por la vida habiéndonos creído el anuncio de Advil y sintiendo que el dolor no es normal y hay que combatirlo, a costa de todo...

¿Qué sucede en ustedes si me atrevo a comentarles que el dolor es parte de la experiencia de estar vivos?

¿Se asustan?

Tengo una pregunta para ustedes:

¿Los niños nacen en dolor?
Si la respuesta es sí, entonces habremos de reconocer que el dolor de nacer; el dolor que genera el nacimiento en el cuerpo de la madre, y el dolor del recién nacido al ver la luz por primera vez, el cambio abrupto de temperatura, la nalgada que arranca el motor...

Todo eso es vida.

¿Por qué entonces nuestro miedo colectivo al dolor?

Mi respuesta interior es que es condicionamiento.  Hemos sido entrenados para estar tranquilitos, vestidos así de bonitos y sonriendo y no, no te quejes del dolor, anda y ve a la farmacia que por unos pesos se te olvida un rato tu agonía.

Mi respuesta interior también me dice que esa agonía cien veces tapada con jarabes y pastillas habla de una agonía mucho mayor, interior y que retorna al cabo de las horas, las días, los años.

Mi interior me clama decirles que se rindan ante su dolor.  Abracen su dolor de cabeza y escúchenlo, quizá quiere decirles que eso que hicieron estuvo muy mal y deben pedir disculpas, quizá, el dolor en el estómago atiende a ese sentimiento del que no terminan de salir...

Pensemos que somos un volcán, un volcán con mucho, mucho miedo a hacer erupción.  Un volcán que al sentir que viene una erupción, corre a la farmacia por pepto-bismol...

¿Cuánto tiempo o cuántas veces creen que el volcán pueda no hacer erupción debido al pepto-bismol?
¿Qué creen que sueceda después cuando ya no haya pepto ni remedio?

Pues sí... Una mega erupción...

¿De verás quieren vivir así?

Hoy escribo desde mi cama, aturdida de dolor y enmedio de la reflexión.


¿Acaso estoy menos viva por qué tengo dolor?
No, ni por un segundo.

¿Acaso la vida pierde sentido en medio del dolor?
No, ni por un segundo.



¿Acaso debo esconderme de mí y pintarme de otra cosa?
No, ni por un segundo.

¿Quién soy yo para juzgar mi propio dolor?
¿Y si lo dejo de juzgar y lo vivo?

Quizá, sea feliz con todo y dolor.
Quizá, reconozca la belleza en portar un cuerpo humano, que duele!!!

Tengan un día infinito y muy bello.
M.

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