martes, 19 de febrero de 2013

Había una vez un Juan..

Que era mi abuelo.  Hoy sería su cumpleaños!!!

Yo amé a mi abuelo.  Lo amé desde lo más profundo de mi Ser.
Mi abuelo tenía una particularidad: era el mejor narrador del mundo.

No había nadie que contara cuentos como él.

Su vida en general, fue de cuento.
Su papá vino de Siria, huyendo del hambre y a muy temprana edad, se convirtió en un gran empresario, el "Zar de los estacionamientos" le decían...

Mi abuelo, a pesar de tener un padre millonario, tuvo una crianza sencilla.

Nació en el bello puerto de Veracruz, Tierra Blanca, para ser exactos...
Cargó cajas en el mercado, fue pescador.   Aprendió de los oficios y beneficios de la pobreza.  Comió un montón de arroz con frijoles y pasó su adolescencia en brazos de dulces mujeres de antiguo oficio.

Al llegar al D.F. tuvo que encargarse de los negocios de su padre, asunto que, percibo jamás lo hizo feliz.

El, en el fondo era un hombre de mar!

Yo amé el tiempo que pasé con mi abuelo.
Amé las tardes de tequila en su casa y sus cuentos de arena...
Amé profundamente la tranquilidad que lo rodeaba, el sonido de las fuentes en su jardín.
Amé cada vez que me abrazó y me llamo "el amor de su vida".

Mi abuelo, sin duda, constituye, aún hoy, a años de su partida, mucho de lo que soy.

Cómo me aferro a nuestros tiempos cuando todo está mal!
Cómo me gusta soñarme una vez más en aquél fin de semana que pasamos juntos,  solitos, en Cuernavaca, llenos de paz y serenidad.  
Plenos.

Dichosos de futuro y de porvenir.

Abuelo, donde sea que estés... hazme camino.



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