miércoles, 27 de noviembre de 2013

Estoy muy enojado!

Nos enseñaron que el que se enoja pierde.
Nos enseñaron también que enojarse está mal.

Pienso diferente.
Pienso que, como humanos, estamos en nuestro derecho a enojarnos.

Ahora, pienso también que nos debemos a nosotros mismos el saber POR QUÉ Y QUÉ nos enoja.

El enojo es un síntoma manifiesto de malestar, inconformidad.
Nuestro espíritu, está conectado con Dios y no sufre los embates del enojo, sin embargo, nuestra alma si los sufre y nuestro cuerpo físico es quien lo resiente.

De no actuar nuestro enojo, de decidir tragárnoslo, nos generará enfermedades físicas.

Para los chinos, de hecho, el cáncer es ira, enojo acumulado.

Bueno bueno y entonces?

Entonces si está pasando algo en tu vida que te haga enojar, permítete el enojo.

Avísale a tu familia, a tus amigos, que estás enojado.  Escribe en alguna parte todo lo que sientes.

Aléjate del alcohol ya que, el alcohol, contrario a lo que pensamos (que ayuda a olvidar, bla, bla), enciende la furia y entonces hace que el enojo se ponga más agudo, peor.

Medita en ti, haz un plan contigo mismo para liberarte de esta sensación, está experiencia que te hace tanto daño.

Prefiérete antes que a cualquier evento o persona que te lastime. Te frustre, te maltrate, te agreda.

Grandes filósofos han permitido el enojo.   A mi izquierda expongo un texto de Aristóteles sobre el enojo.

Habrá que medir la intensidad de nuestro enojo.

Habrá que tomar medidas al respecto, no dejarlo pasar, no tomarlo a la ligera.

Meditar en el origen, generarle un destino a esa energía.

Darle salida, ponerle fin.

Para que no se quede con su cuerpo. Y no les haga mal.


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